miércoles, 28 de enero de 2009

Cada día de mi vida

Un ruido fuera de lo común me despertó en medio de la noche. Me mantuve quieto mientras sentía la fuerte agitación de mi cuerpo provocada por la adrenalina liberada rápidamente al torrente sanguíneo. Mi mente comenzó rápidamente a esbozar un análisis de las posibles causas del ruido. Son aquellas milésimas de segundo en la cual la mente se hace un esquema general de las posibilidades. Nada, no logré determinar nada. Intenté reacomodarme y volver a dormir. Giraba de un lado para otro de la cama como sin con ello fuera a esparcir mis pensamientos y atontarme lo suficiente como para conciliar el sueño. Iluso.- me dije-. Sabes perfectamente que aquello no es real, que son simples caprichos idealistas que pretenden jugar con la realidad, levántate y anda a ver qué es lo que pasa. No pasa nada.- replico-. Sólo debe de haber sido el crujir de la casa, ahora silencio, déjame dormir. Luego, sucede algo terrible. Lo oyes, y en aquel exacto momento comprendes que tus horas de sueño han terminado. Aquel zumbido infernal, aquella tendencia endemoniada a fastidiar el sueño se reconoce sin lugar a errores. Lo siento tirarse en picada contra mi cabeza, zumbando, siempre zumbando. No lo aguanto más, me levanto. Pienso en prender la luz para darle muerte al mismísimo demonio, en cambio me dirijo hacia la puerta que da hacia el balcón. Durante el corto trecho que la separa de mi cama no pude evitar sentirme como King Kong intentando derribar pequeños y patéticos avioncitos de juguete… que zumban, dios como odio ese zumbido. Abro la puerta. El movimiento cesa, siento miles de ojos volcarse hacia mi rostro estupefacto. El mundo se detiene, el mundo realmente se detiene. Veo carteles y gigantografías esparcidas por el suelo, veo un mapa completo de mi pieza, de mi cuerpo, de mi cerebro, de mi completa personalidad colgando de atriles y pantallas. Veo a mi padre conversando con una especie de director hollywoodense, discutiendo acerca de las posibilidades de la “puesta en escena del mañana”, veo personas que alguna vez llamé amigos montando el café al que iría mañana con mi novia, veo a mi mejor amigo hablándole a una grabadora, invitándome a cierto evento de jazz. Tomo una pila de hojas al azar, y en sus hojas se me presentan todos los ramos y notas que tendré de aquí hasta el 2012. Me acerco a una torre de regalos envueltos en papel navideño fechados para el 2010-11-12-13. Me detengo en seco, miro a cada una de las cientos de personas en el lugar y no puedo evitar sentir una ola de felicidad al comprender el esfuerzo que significa llevar a la vida cada día de mi vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Definitivamente me gusta tu estilo de escritura. =)

Feru.

Anónimo dijo...

guaaa, me contó Logan lo de tu pega. ánimo amigo cristóbal!!!

Eduviges con s al final.