domingo, 11 de septiembre de 2011

Lindero

En el lindero de la desesperación, no hay tristeza, ni alegría, sino apatía, una muerte esperada, casi deseada. Es una célula cuyo entorno es destrucción. Su propia vida un misterio encarnado en sílabas. Pero la vastedad de la muerte hace que su pequeñez efímera, su grito inocuo, se mire a sí misma y se refleje en mil espejos confrontados y silenciados. Ya no se eleva juicio alguno, la creación misma deshace su camino volviéndole la espalda a todo sueño. Las noches se elaboran a la inversa, las pesadillas de la niñez vueltas realidad simbólica le dejan al sueño meras imágenes copiadas de tiempos vacíos. La espera se vuelve hacia afuera una garra cuya única finalidad es la de colmar el espacio interno con la memoria de la vida.