jueves, 23 de abril de 2009

Dedicado a la Cami


Me engrandeces por distancia haciéndome tuyo al saber que nada hay más que infinitas probabilidades de un deseo nunca consumado. Soy enigma vivo, actualización constante, una certera duda extendida en tiempo emocional. Somos el mutuo regocijo de una pasión implícita de un pasado silente, mentiroso. Y si me niego a donar fugaz tomando en desproporción, haciendo mío en acto la destrucción de una ilusión, es por la negación de lo real. La concordancia nada tiene que ver, que mi ideal platónico no puede más que existir sin mí, soy creador a imagen y semejanza de una tortura masoquista mantenida en su inevitable etereidad. Dependemos de besos fantasmas, caricias transparentes y miradas esquivadas. Somos el deseo en su estado más puro al no mover más que al alma a ser estática, a perderse en el tiempo y confundir los caminos. Somos amantes perdidos y ficticios, tan sólo un beso de miradas.

miércoles, 1 de abril de 2009

Había llegado al Final del Camino

Había llegado al final de camino. Siempre me había preguntado como sería, después de todo es inevitable, todos y ninguno llegamos allí, pero cuando realmente te encuentras ahí, es otra cosa, es otro momento, otro tiempo. Habíamos pasado tardes infinitas divagando y divagando acerca de éste momento. No había droga que no transitara por nuestros cuerpos sobreexcitados, pensábamos que cada día nos acercábamos más, que entre más drogados y extasiados más reales nos parecían nuestras conjeturas cósmicas. El registro de nuestros pensamientos no daba abasto para semejantes elucubraciones, pareciese que lo sabíamos todo. Desde filosofía a las ciencias naturales, de lo esotérico a lo positivo, todo. Nos divertíamos haciendo hermenéutica de lo que fuera. Éramos bibliotecas andantes, críticos y escritores de éste e infinitos mundos más. Y todo, simplemente todo giraba en torno al final del camino. Y ahora lo sé, porque estoy aquí, de pie ante mi mismo, desnudo, contemplando hasta mis huesos, mis vísceras, sintiendo hasta el más mínimo movimiento de mis células.

Ante mí se alzan extensiones infinitas de sueños extraídos del surrealismo más puro. Comprendo al fin hasta el más nimio sueño de mi infancia, cuando no podía más que soñar con el pecho de mi madre. El paraíso, el goce eterno de deseos primarios. Y ahora todo, todo no es más que el comienzo de mi ignorancia, porque en el camino recogemos hasta el fruto muerto del primero hombre, porque en nuestro código encontramos la causa eficiente de toda nuestra existencia. Porque en el camino hay vida, alegría, llantos; hay tiempo y tiempo para gastarlo. Aquí todo ello es banal, es el final garantizadote todo pensamiento intrascendente. Aquí somos dioses de nuestra historia, creadores de nuestra suerte.

[Lanzo una moneda al aire, se eleva, gira, me mira. Cara, canto, sello, canto. Invoco canto sólo para verla caer al vacío eterno del final del camino.]